UX Writer: mucho más que solo juntar palabras

Mi segundo día de descanso. Es agosto: el día comienza frío, pero no tan frío. Mi mañana transcurre conmigo en la cama, leyendo cosas, conversando con Sara. Saltando de un tema a otro con cierto desdén y cierta gracia. Me encuentro con un artículo sobre UX Writing [de Nadir Chioino y Kevin Armstrong] y el título me jala el ojo. Dejo de saltar.
¡Ajá — pienso — , otra jerga!
El texto es bueno. No vende humo sobre algún nuevo hallazgo que nada de nuevo tiene. Explica muy bien el rol del UX Writer. Y subraya la importancia en un paso crucial del diseño: el contenido. Así que comencé a leer más. En el ecosistema del diseño y la innovación este tipo de jergas no son aves raras, al contrario, son la constante. Pero me interesó mucho lo que hace un UX Writer [acá otro artículo, de Anton Sten]. Y también lo que supone.
El nombre es indicativo: el UX Writer escribe.
Se le está dando más peso al contenido escrito en los productos y servicios digitales. No se trata de poner texto relleno, sino precisamente de lo contrario: se trata de hacer un texto acorde con la interfaz, con cierta intención, hacia cierto usuario.
En buen cristiano: se trata de comunicar.
Ajá — vuelvo a pensar — , una puerta que tocar por si me quedo sin chamba.
Dejo el teléfono a un lado. Me estiro. Doy vuelta sobre mí. Me dedico en cuerpo y alma a estar tumbado con la misma elegancia que un lobo marino.
Primero el lugar común: nadie lee.
Luego la pregunta: ¿Para qué sirve un UX Writer si ya nadie lee?
Ahora, el replanteamiento de la pregunta: ¿no se lee?
“En lugar de pagarte la universidad mejor te compro un Tico, porque vas a taxear toda tu vida”.
A mi padre no le gustaba la idea de que su hijo quiera ser periodista.
Era el 2003, yo terminaba el colegio ese diciembre y quería comenzar a estudiar al año siguiente. Su pronóstico sobre la profesión era que ese empleo se caracterizaba por el desempleo.
El temor acerca de mi estrepitoso fracaso profesional se le pasó cuando ingresé. Estaba tan feliz. Me acompañó a ver lo resultados — existía una web que nunca cargó y debimos ir hasta el local donde tomé el examen de admisión — y cuando salí y le dije que ingresé me cortó un mechón de pelo y me reventó un huevo en la cabeza. Tenía ambas cosas — el huevo y la tijera — en el bolsillo de la casaca. Salió de casa preparado. Estaba seguro de mi ingreso.
A mi padre le gustaba mucho la idea de que su hijo esté en la universidad.
El temor se le terminó de ir cuando vio mi primer texto publicado en un periódico, dos años después.
Aunque no sé si se fue por completo: es un hombre que ha vivido un golpe militar, un gobierno de Alan García con inflaciones millonarias, terrorismo, el shock económico de Fujimori, un autogolpe, también de Fujimori, más de un despido, la contemplación, serena o frenética, de negocios aparecer y desaparecer como estaciones.
— ¿a quién se le ocurrió que la inestabilidad es cosa solamente digital? —
Desde mi primer trabajo en periodismo, el 2006 — una pequeña redacción en el centro de Miraflores, con el suelo lleno de colillas, pocas sillas, pobrísima en recursos y riquísima en gente — la noticia permanente era la reducción de personal. Y así por las demás redacciones que conocí.
El pronóstico específico de mi viejo había fallado. El general fue acertadísimo.
“Error 404”.
“Hubo un error, inténtelo más tarde”.
¿Qué significa eso? ¿Qué error? ¿Y el error 403? ¿Y el 405?
Comunicadores del mundo, uníos.
Sí hay trabajo para los comunicadores y son varios. Pero no son los mismos de siempre. La aparición de redes sociales y plataformas que alientan la aparición de contenidos de prosumidores, los motores de búsqueda potenciados por Inteligencia Artificial (AI), todas estas cosas plantean un resquebrajamiento del modelo de negocio de muchos medios, no el fin de la profesión del comunicador. Y son síntomas de un cambio de sociedad: plantean un resquebrajamiento de ciertos modelos sociales y culturales, no el fin del humano.
La tecnología nos cambia y nosotros a ella. Esto es cierto con la tecnología digital y con cualquier otra. Esta relación puede tener beneficios y no ser apocalíptica. En comunicación se trata de la aparición de otros oficios, sea porque son completamente nuevos o porque son variaciones de los usuales. Nuevos trabajos, al fin. No los que pensamos cuando decidimos entrar a la carrera — si es que fue una decisión — . Pero los hay y son importantes.
Cada vez más se vuelve relevante el trabajo comunicativo, y no solo con la palabra escrita.
¿No me creen?
Piensen en todo lo que han leído sobre content marketing, storytelling, comunity managment, gabinetes de crisis.
Piensen en el incremento de emojis y gifs.
Piensen en el reino soberano del meme.
— Algo tan usual como un meme y tan rico comunicativamente que se toma como algo dado. El infierno de lo normal: la naturalización es enemiga del cuestionamiento — .
¿Qué es todo esto sino procesos comunicativos?
En consecuencia, la aparición permanente de productos y servicios digitales abre la oportunidad para profesionales de la comunicación.
Un UX Writer es alguien que trabaja con palabras. Un UX Writer, por lo tanto, encuentra el tono y la voz de un producto y se comunica con sus usuarios. A través de mensajes construye una comunidad. Usa la palabra escrita como otros los colores o los emojis o los espacios. Es decir, esta persona estructura mensajes para ellos con intención, que codifica previendo no solo la decodificación del enunciado en su aspecto denotativo, sino también en el connotativo.
“…cuando leemos nuestro diario, cuando vamos al cine, cuando miramos la televisión y escuchamos la radio, cuando recorremos con la mirada el envase de un producto que compramos, es casi seguro que no recibiremos ni percibiremos otra cosa que mensajes connotados […] Se puede decir que nosotros, hombres del siglo XX, vivimos en una civilización de la connotación”.
-Roland Barthes, Elementos de la Semiología.
Un UX Writer es un productor profesional de signos lingüísticos.
Y todo comunicador es un productor profesional de signos, como suele recordar con insistencia Eduardo Zapata, semiólogo y lingüista.
Dos dardos:
“No entiendo esta especie de delirio de los editores que creen que los lectores no leen. Si los lectores no leen, no son lectores, por lo tanto no tienen para quién hacer su trabajo”.
Martín Caparrós, sobre aquel ser inefable que es el lector que no lee.
“Que la gente no esté leyendo lo que ‘nos gustaría’ es otro problema. Que la gente no solo lea, sino escriba — como señalamos — , también es otro problema. El problema sería tal vez más serio si nos planteásemos si leer en pantalla es igual que leer en el objeto físico llamado libro.
Y aquí sí nos encontramos con el quid o esencia del asunto: los jóvenes leen menos libros, lo que no significa que lean menos. Si la Academia no se cuestiona — como no suele hacerlo — tipos diferentes de lectura, ¿le estará, entonces, preocupando más el tótem libro que la lectura en sí?”
Juan Biondi y Eduardo Zapata, Nómades electronales.
Es tan común. Pensar que somos los actores principales. Que la vida es eso que nosotros definimos bajo nuestros términos y pensar que los términos que usamos son nuestros cuando tantas veces son impuestos.
La comunicación es un ejercicio de poder.
El lenguaje define nuestro mundo. Por eso las dictaduras suprimen la libertad de expresión y sueñan con suprimir la libertad de pensamiento. Por eso las luchas sociales se centran en las palabras que usamos.
El lenguaje nos articula.
Nuestras mentes son moldeadas por el lenguaje. Este define imaginarios. Articula lo posible y lo imposible. Por mucho tiempo y por muchísimas personas esta premisa ha sido considerada, en el mejor de los casos, como una especulación.
Y en los otros casos, como charlatanería o estupidez.
Pueden imaginarlo y acertar: los mayores críticos del poder del lenguaje son aquellos en situaciones de poder. Los normalizadores de su poder.
Sin embargo, no se trataba de eso: ni especulación, ni charlatanería, ni estupidez. Para ejemplos extremos, la película The Arrival.
Para ejemplos concretos, esta charla de Lera Boroditsky:
“Después de su compra del Washington Post, Jeff Bezos presentó Heliograf, una herramienta de escritura basada en Inteligencia Artificial, que con temas y frases predefinidos puede escribir artículos completos. Este software, aunque todavía está lejos de ser autónomo, ya ha escrito cerca de 850 artículos que acumularon medio millón de vistas de páginas acumuladas.
Otros como The New York Times, Associated Press y muchas organizaciones financieras también están probando y utilizando software similar para todo, desde informes de noticias locales hasta redacción de informes financieros. Simplemente considere esta historia de AP en los resultados del tercer trimestre de una compañía con sede en Maryland, escrita por AI”.
-Arun Vishwanath, CNN.
¿En esto pensaba mi viejo hace 15 años?
¿Cuál es la diferencia substancial entre lo escrito por el algoritmo y el humano?
¿En serio hay trabajo para comunicadores? ¿El Automated Journalism está matando al periodismo? ¿El UX Writer es un puesto destinado a la desaparición inmediata?
El rol de un UX Writer es de suma importancia en la comunicación de un producto y en las percepciones que se forman en los usuarios. No se trata solo de la sucesión de palabras. Como parte de un equipo que trabaja sobre las capas comunicativas de un producto o servicio, tiene una responsabilidad.
El conocimiento de esa responsabilidad y la confrontación con el dilema ético son, precisamente, las que le dan relevancia a ese puesto y a tantos otros más. Es un puesto que puede asistirse por el IA y potenciarse.
Por eso su responsabilidad es mayor que solo escribir bien, esto es: sintáctica y ortográficamente bien. Supone algo más que solo afinar un producto. Un UX Writer en particular (y todo un equipo de UX o diseño en general) debe pensar en cómo contribuye a la construcción de una realidad.
Vivimos en un multiverso lingüístico. La diversidad lingüística tiene un tremendo valor y es una extraordinaria metáfora. Comprender lo que esto implica nos ayudará a sacudirnos el ego, los sesgos, y hacer un mejor trabajo.
Nos ayuda a comprender al otro: saber que hay otro.
Saber que nosotros también somos un otro.
Nota final:
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· Escribo sobre cultura y comunicación desde distintas perspectivas: mis reflexiones pasan por el análisis, las memorias o el comentario. Si te interesan esos temas: sígueme.